¿Qué les digo? ¿Por qué Dios se ensaña en hacerme este tipo de cosas?
Les cuento:
Estaba en el camión como a eso de las once de la noche (muy tarde lo admito) y todo era tranquilo, gente por aquí y por allá como todos los días, cuando de repente sucede lo inimaginable (al menos nunca lo pensé) se sienta justo a un lado de mi un tipo con aspecto pintoresco y un muy particular olor, ¡Si! ¡Era un borracho! ¡Dios mío! ¿Qué te hice?
Qué más podía hacer sino ignorarlo ¡vendita tecnología! Mis audífonos y el volumen de la música me tranquilizaron por un momento pero… ¡vendito Dios en su grandeza! (sarcasmo puro) terminó por quitarme lo único que me hacia inmune a una platica forzada y sin sentido (se acabó la pila) lógicamente sucedió lo que ya todos suponemos:
-¿Estas molesto? Me preguntó con gran preocupación y con un aliento que era capaz de quemar mis cejas, no sabia si responder o conseguir un cubre bocas.
-¡No! Le respondí sabiendo que estaba entrando en un camino del que difícilmente podría salir.
-Pues es que pareces molesto. Insistió
-No estoy molesto lo que pasa es que estaba escuchando música y cuando lo hago no pongo atención a nada. ¡Claro intentaba usar indirectas!
Cuando pensé que todo había terminado el ilustre hombre con palabras aladas dijo:
-Me desubiqué no se ni donde ando.
-Estamos en calle siete. Intentando una vez más terminar con sus palabras pero no, ya no podía salir del juego.
-lo que pasa es que cuando llegue a mi casa (tu casa) mi vieja me va a regañar.
Yo estaba ya en un punto en el que mis respuestas eran una especie de afirmaciones vacías y tontas:
-aja. Ya no ponía atención
-Me va a mandar a dormir al baño.
-aja. Seguía
-Mejor me baño y me voy directito al baño. ¿Qué está diciendo este hombre?
-Igual.
-Pero ya no lo vuelvo a hacer. Gracioso eso si me llegó.
-Claro. Seguía
-Tengo sueño. Mi oportunidad, no me podía permitir desperdiciarla:
-¿A dónde vas? Claro así podía terminar con eso.
-Pues según a margaritas. En verdad no me importó la respuesta sólo quería hablar:
-Por qué no te duermes y yo te digo cuando lleguemos a margaritas.
-OK. ¡Hasta en ingles!
Después de esta gran plática descansó mi alma por un rato y pude concentrarme en lo mucho que odiaba estas situaciones, también me preguntaba por qué un tipo cualquiera se presentaba en ese estado sin la más mínima preocupación por su seguridad; así entre todas estas reflexiones llegamos a nuestro destino, estaba agradecido, por fin todo terminaría definitivamente sólo tenia que hacer una última cosa:
-oye despierta, llegamos a margaritas.
-qué… qué.
-llegamos.
Y de repente algo cambio todo lo que rondaba mi cabeza:
-Gracias, la neta muchas gracias, Dios te bendiga, otro no me hubiera hecho el paro.
¡Maldición! me sentí una basura, por alguna razón el hombre se sentía agradecido hacia el intolerante filósofo pedante, mis palabras sólo fueron:
-Por nada.
Pues si, ayude al hombre pero eso no me hace una buena persona, me agradeció pero si él supiera todo lo que pasó por mi cabeza, las maldiciones interminables y las groserías más grandes me habría dado una golpiza en vez de un “Dios te bendiga” no se que cosa aprendí con esto, lo que si se es que debo evitar salir tan tarde de la facultad.
Ah lo olvidaba, creo que me siento más agradecido con aquel hombre de lo que él lo estuvo con migo ¿Por qué? no lo se, pero así es.