sábado, 28 de mayo de 2011

Evidencia de lo que no se ha pensado

Me tambaleo, torpemente intento llegar a la mesa, estoy mareado, me pesa la cabeza; sé que estoy cerca pero no puedo estabilizar mi cuerpo, el bazo en mi mano se derrama por más que intento evitarlo, y aún no llego a la mesa, no está tan lejos.
El sillón no me deja mover, veo como todos se agitan de un lado a otro con la música pero una vez más la cabeza no me obedece, se va, se va sin control y me río, no sé por qué, pero me río.

Yo la invite pero fue muy apresurado, apenas nos conocemos… lo dije o lo pensé, no deben saberlo, espero que sólo yo me haya escuchado. Bailaré con ella, definitivamente debo aprovechar que vino, qué habría pasado si ella también hubiera venido… lo dije o lo pensé, bueno concéntrate en bailar, sí, baila, deja de pensar, puedes decir algo y arruinarlo todo.
Necesitas llenarme el bazo amigo, no sé qué es eso que me estoy bebiendo pero debes llenarlo, no mejor no, yo debo mantener el control, qué pensarían mis padres si me vieran, ellos deben entender, soy responsable. ¿En verdad no vendría por eso? Seguramente no sabía como decir que no, debí parecer un loco atrevido, o un imprudente… ¡llena mi bazo amigo! Se suponía que yo no quería más, no me gusta, sabe terrible, bien, dejaré de tomar.

Pero qué debí hacer entonces, en verdad quería que viniera conmigo. Ella se fue a dormir, es lo mejor, es casi imposible contenerme cuando está a un lado… ¿Lo dije en voz alta? No importa, se fue a dormir.

Siento frío, el sillón está incomodo, ya no me tambaleo, no me pesa la cabeza y recuerdo todo, mis pensamientos son iguales, no estoy menos contento que ayer. En verdad espero que el siguiente sábado todo salga bien, no puedo creer que haya aceptado salir conmigo, seguramente no sabré que decir… no puede ser que se vea tan bien por la mañana, mejor nos vamos.
Feliz cumpleaños.